lunes, 14 de mayo de 2007

ISLAS MALVINAS, LUCHAS OBRERAS Y DEMOCRACIA

Ha sido común establecer una relación simétrica entre el desastre de la derrota de la guerra de Malvinas, y la caída de la dictadura militar. Esto no implica negar ni dejar de considerar que la guerra aceleró el deterioro de una Junta Militar que ya se encontraba en franco retroceso.
Hacia los primeros días de abril de 1982 la dictadura ya se enfrentaba a serios problemas políticos y económicos, en la cual, Las luchas obreras no cesaban y el indisciplinamiento social crecía día a día.

Para poder entender el por qué la Junta Militar inició una guerra ante una potencia imperialista, considero pertinente, en principio, explicar el por qué la Junta Militar tomó el poder en marzo del ’76,

El objetivo de la Junta era disciplinar al movimiento obrero que se había “desbordado” del control de la tradicional burocracia sindical peronista en las jornadas de junio-julio de 1975. Y no destruir a la guerrilla como habitualmente se considera, puesto que para marzo del ’76 tales organizaciones armadas ya se encontraban derrotadas.

El surgimiento de las intersindicales como organismos de base y en fricción con la burocracia sindical peronista a mediados del ‘75, obstaculizaba los planes del sector empresarial en la medida que históricamente la burocracia cumplió la función de “contener” al movimiento obrero a través de la negociación salarial.

Parafraseando al historiador inglés E. Thompson, la reivindicación por el salario es la lucha por lo que la clase obrera considera “justo”. Por lo tanto, no podemos reducir las luchas obreras ni sus reivindicaciones salariales a términos económicos, puesto que tiene que ver con las resignificaciones construidas colectivamente, asimiladas como propias y transmitidas de generación en generación. En última instancia lo que está en juego es la lucha por la dignidad.

El objetivo de la dictadura entonces era destruir el altísimo nivel de organización del movimiento obrero que, pese a la brutal represión desatada en su contra, debió resistir en una situación de absoluta orfandad. El movimiento obrero debió enfrentarse a la dictadura sin partido político que lo organice ni sindicato que lo represente. Por lo tanto, fue a refugiarse en el lugar que mejor conoce; la fábrica, y a partir de ahí en las comisiones internas y los cuerpos de delegados como forma organizativa.

Pese a la brutal represión, desaparecidos, encarcelados, etc., la clase trabajadora fue capaz no sólo de resistir, sino también de mantener (no sin padecer mutaciones) los lazos de solidaridad que le brindaba protección y la mantenía cohesionada como clase. Lo cual se expresó en paros parciales y huelgas generales.

La guerra de Malvinas fue entonces “un manotazo de ahogado” que implementó la dictadura para mantenerse y perpetuarse en el poder. Para lo cual recurrió al “patrioterismo nacional” exacerbando todos los instintos chauvinistas.
A su vez, la mayor parte de la izquierda y de las organizaciones sindicales quedaron enmarañadas en ese discurso y entendieron el conflicto como si se tratase de una guerra anti-imperialista.
¿Una dictadura feroz que aniquiló cientos de personas, que se encargó de entregar todo el patrimonio nacional que pudo al capital mundial y que contaba con la protección de los Estados Unidos, puede considerarse anti-imperialista?
La situación en Argentina no era igual a la India bajo la dominación inglesa, ni Argelia bajo la dominación francesa, ni Puerto Rico para los norteamericanos. El imperio británico nunca impidió u obstaculizó el desarrollo de una burguesía nacional en el territorio argentino, como tampoco padecimos una imposición económica, política o cultural en detrimento de nuestros valores, cultura o identidad.

A su vez, si a esto le sumamos que los militares argentinos desde su génesis estuvieron orientados y formados para la represión interna como fue: la “conquista del desierto”, la noche de los“bastones largos”, a reprimir en el Cordobazo, la desaparición de personas, tortura, secuestro, campos clandestinos, etc., el nivel de capacitación y formación de las Fuerzas Armadas para el combate con una potencia imperial era prácticamente nulo y por sobre todo inexpertos. Justamente por esto –entre otras cosas- la guerra estaba (desde el vamos) destinada al fracaso y a la derrota.
Por otra parte nunca se tomaron medidas que afecten los intereses inglés en el país como expropiación y nacionalización, pues eso sí afectaría los intereses del imperialismo y el circuito del capital mundial.

Ante la derrota de la guerra, el robo de las donaciones realizada por la sociedad, la corrupción, la farsa, la mentira, el engaño y el desprecio social reinante, era obvio que la Junto no podía mantenerse por mucho tiempo en el poder, y esto aceleró un proceso que se venia encubando pacientemente desde hacía años.

Para diciembre de 1983 la sociedad estaba cansada de enfrentamientos, muerte, violencia, persecuciones, violaciones a los derechos humanos, campos clandestinos, guerrilla, etc., etc., etc.
El peronismo en su programa político, solo ofrecía volver a la antinomia “liberación o dependencia”, recreando en el imaginario colectivo todo el clima de violencia que se vivió en la década de los setenta y que la sociedad deseaba olvidar.
La izquierda por su parte, fue incapaz de levantar un programa democrático que permitiera la reorganización del golpeado movimiento obrero tras los años de dictadura.

Las reivindicaciones democráticas son mucho más que una cuestión formal de democracia parlamentaria, es la organización del movimiento obrero por la legalidad y libertad sindical en el ámbito que mejor conoce y mejor se mueve: las comisiones internas y los cuerpos de delegados.

Y ante la oferta electoral ganó la propuesta alfonsinista que ofrecía un programa democrático basado en el respeto de los derechos humanos y en la Constitución. Esto explica el por qué la emotividad de la gente cada vez que Alfonsín recitaba la Constitución Nacional o el Preámbulo. Su programa estaba basado en la conciliación de clases y en la reconciliación de la sociedad en general, dando por terminado todo tipo de enfrentamiento.
Hoy, a 25 años de la guerra de Malvinas y a 31 de haberse dado el golpe de estado, las heridas nos siguen atormentando.

Gustavo E. del Pino.

No hay comentarios: