viernes, 8 de junio de 2007

Luchas obreras, conciencia y horizonte

Una serie de elecciones grafican el panorama político nacional. Acaban de pasar las elecciones en la Cuidad de Buenos Aires y se avecina una segunda vuelta y junto a esto, un año electoral bastante activo en la geografía nacional. Lo destacable de esto es que la oferta electoral se desenvuelve en un amplio abanico que se mueve sin grandes sobresaltos dentro de los marcos propuesto por los representantes del sistema político y del poder económico.

Para los sectores populares, trabajadores, estudiantes y sectores medios venidos a menos, poco pueden esperar en lo que atañe a la solución de sus demandas por la vía electoral. Es decir, la oferta electoral se moviliza en un arco que va desde la derecha hacia la centro-derecha, careciendo en todo caso una propuesta progresista basada en un programa mínimo que permita canalizar en la “política formal-electoral”un sinnúmero luchas que desde tiempo atrás se vienen precipitando subterráneamente en la realidad nacional.

Después de la rebelión del 2001 que dio lugar a una inflación de seudo-teorías que pregonaban la muerte de la clase obrera y del concepto mismo de clase, vuelven a aparecer los trabajadores recuperando la confianza en su propia fuerza y por sobre todo, recuperando su tradición histórica de lucha y enfrentamiento al capital.
No se trata de idealizar a los trabajadores y sus luchas reivindicativas en la actual coyuntura, simplemente que –fiel a su tradición histórica- una vez alcanzado cierto crecimiento económico y como contrapartida disminuido sustancialmente el desempleo; las huelgas, movilizaciones y medidas de protesta comenzaron a germinar nuevamente.

De esto se puede extraer varias conclusiones. En principio que las modificaciones que se producen en la estructura productiva, no provocan simultáneamente modificaciones en el comportamiento social. Y en este sentido es sintomático la huelga de los trabajadores de la alimentación de Pepsico- Snacks y Stani- Cadbury que una vez más, recurriendo a su experiencia, tuvieron que librar una larga lucha contra la burocracia sindical, el estado y la patronal, para lo cual se refugiaron en el lugar que mejor conocen como punto de encuentro y de organización; las comisiones internas.
Los trabajadores entonces, carentes de sindicato que los represente y huérfanos de partido propio, de clase, su mejor resguardo es su propia experiencia y “olfato de clase”, que encuentra en las comisiones internas y cuerpo de delegados a su mejor aliado en la medida que esto surge desde abajo y no impuesto desde arriba.

El alto nivel de organización y combatividad de la clase obrera, encuentra su límite en una conciencia de carácter sindical-reivindicativo que todavía no ha podido superar los marcos impuestos por el sistema y que avizore nuevas formas de organización social.
Esto explica (en parte) el por qué, mas allá de su altísima combatividad y organización se ha visto inmadura a la hora de construir su propia estructura política de clase, y encuentra en el plano “político-electoral” ilusiones en el peronismo.
El horizonte de la conciencia se ha visto interrumpida y “amarrada”a un programa nacional-democrático de conciliación de clases construido durante la experiencia peronista. Pero sin esta experiencia fallida -y necesaria- es imposible siquiera pensar en su superación.

El desafío que tienen por delante los trabajadores es cómo hacer a partir de recuperar lo mejor que tiene; su combatividad y organización, se pueda trascender la conciencia sindical y reivindicativa hacia “la libre asociación de los productores directos”.

Gustavo E. del Pino.